Carlos Zerpa
A Charly lo conocí en Nueva York creo que en el año de 198. Él estaba sentado en un café del Soho, para ser más preciso en el Café Borgia, de la calle Thompson, tomándose un verdadero “Expresso” italiano.
Estaba solosentado a su mesa, hacía calor y era verano. Yo lo reconocí por su bigote bitonal, lo saludé con un atrevido “Hola Charly, buenas tardes”, al que me respondió, “Buenas tardes, vení a tomar un café conmigo pibe”.
Eso hice, me senté a su mesa por unos cortos instantes y pedí también un expresso, el cual tardó mucho en llegar mientras escuchaba historias de la lucha libre en Argentina y yo le contaba de la lucha y el “Catch As Catch Can” en Venezuela.
No hablamos de Rock and Roll, aunque parezca mentira ni un momento nos referimos a eso, solo hablamos de los enmascarados, de los rudos, de los técnicos y de las llaves…
Pronto lo vinieron a buscar en una limusina negra, se montó y se marchó con una sonrisa en el rostro... Nunca más lo volví a ver en vivo y hoy en día dudo mucho que se acuerde de mí, después de todo él es el divo y yo tan solo fui un fanático más, quien ni siquiera le pidió un autógrafo ni se tomó una foto a su lado.
Esto le decía yo en Buenos Aires,a mi amigo argentino Pablo Tartaglia del grupo de rock Pájaro Inflamable.
Hablamos de las rabietas de Charly García, que no tiene límites cuando es víctima de un ataque de furia. De cuando le tiró un vaso de whisky a la islandesa Björk , vaso que iba directo a la cabeza de ella, pero que se estrelló contra el muro y cuyos vidrios le cayeron en la pierna a la cantante. De esa otra vez cuando agredió con un cuchillo a su propio hijo Migue y cómo, a consecuencia de esa pelea, le propinó una herida cortante en la frente… Hablamos y hablamos, cuando Pablo, me contó la mejor historia que había yo escuchado en los últimos tiempos.
¿Sabías que el chiflado Charly, se lanzó desde un noveno piso a una piscina?, me dijo.
Charly García voló veinte metros y cayó sobre el agua. Estaba en un hotel de la ciudad de Mendoza y de pronto zasssssss se lanzó.
¿Cuánto tiene la pileta?, gritó Charly García al salvavidas, desde la terraza del hotel Aconcagua. Tres metros de hondo señor García, contestó Lucas Rodríguez, nueve pisos más abajo. Entonces nuestro querido amigo roquero se tiró sin escuchar el final de la frase del bañero, con un clavado de 20 metros desde el noveno piso del hotel hasta donde estaba la piscina.
Eran las 12.30 del mediodía cuando subió a la terraza, con un traje de baño de color rojo, descalzo, la cara la tenía pintada con manchas blancas y rojas, el músico iba cargando dos muñecos, una repisa para CDs con una cabeza de gato siamés y un inflable del gato Silvestre, ese que siempre persigue al canario Piolín. Amenazó a todos con saltar, pero antes probó con los muñecos, el gato siamés de madera golpeó el costado de la piscina y se desnucó, el inflable de Silvestre, sin embargo, cayó en el medio de la pileta.
No te tires Charly, gritó el salvavidas al músico.
Charly García se lanzó desde el noveno piso a la piscina y subió a la superficie como si nada hubiese pasado.
Me gusta tirarme, comentó García a los periodistas y definió su salto como clavadismo al mejor estilo de Acapulco.
El revuelo que armó su temeraria zambullida, de indudable peligrosidad, fue transmitida por la televisión una y otra vez en las primeras horas de la tarde, e hizo que muchos periodistas se congregasen a eso de las 6 de la tarde en el Aeroparque a la espera de su llegada. Pero García se negó a dar declaraciones y se subió rápido a un taxi, que fue nuevamente rodeado por las cámaras.
Al llegar a su apartamento de Palermo lo esperaban más cámaras y más periodistas. Uno de ellos, que trabaja para Azul TV, lo interceptó y el roquero García le dio un puñetazo directo a la nariz y lo dejó noqueado en el piso con la cara llena de sangre.
Después entró al edificio y comenzó a arrojar cosas desde su balcón. Lanzó una maceta de flores y una mesita pequeña de madera que cayeron sobre un árbol. Fue entonces cuando intervino la policía, quien evitó más problemas entre los periodistas y el célebre músico.
El roquero Charly García se lanzó desde un Noveno piso a una piscina y subió a la superficie como si nada hubiese pasado.
Esa era la noticia, ese fue el cuento de mi amigo.