Devórame
Violéntame
muérdeme
duéleme
sángrame
cómeme
sáciate.
Que no me salve
¡Dios me guarde!
Eres mi zombi:
conviérteme
que el holocausto ya lo llevo por dentro.
Señor Editor:
De todas las criaturas
de todas las que existen y las que no
había que escoger a los zombis,
a esos que no piensan
que no hablan
que no me interesan
ni me importa verlos
ni leerlos.
¿Escribir de zombis?
creo que no puedo.
Señor editor: ¿podría escribir de vampiros?
pero de los de verdad,
no de esos de ahora que parecen hasta buenos
no de esos que ya ni sangre quieren,
sino de los de verdad,
de los malos, de los desalmados,
de los seductores, sangrientos y asesinos.
Sobretodo eso: asesinos.
¿No?
Señor editor: ¿puedo escribir sobre fantasmas?
no de ninguno amigable
sino de esas almas torturadas
de esas que sufren e invaden casas
de esas que sufren e invaden cuerpos.
¿No?
Señor editor: ¿puedo escribir sobre demonios?
Sí, de los que destruyen el alma
de los que trabajan contra dios
ya hay demasiada gente hablando de dios.
Yo lo que quiero es blasfemar
¿No?
Señor editor: ¿por qué un puto zombi?
No quiero escribir de zombis
no tengo nada que decir
son estúpidos, aburridos,
afásicos, vacíos,
siempre forman parte de un holocausto
como si necesitáramos de zombis para extinguirnos.
Por favor, señor editor, no un zombi
el fin del mundo ha llegado ya demasiadas veces.
Vivo un holocausto con cada amanecer
y no me hace falta un puto zombi.
¿No?
Pues bueno señor editor, vaya,
imagine que soy una puta zombi
que el mundo está terminando
y nadie necesita imaginar lo que ya está pasando.
Vaya, imagine que esta es una zombi así
bruta, hambrienta, idiota y putrefacta
esperando escribir algo más interesante
que su propia inmolación.
Muertos vivientes ya somos todos.