NOTA INTRODUCTORIA: algunas horas fueron tachadas y otras eran ilegibles. El papel estaba lleno de sangre y olía a óxido. (Nada de esto es importante salvo que nos llegásemos a preguntar ciertos detalles: ¿por qué los adolescentes comenzaron a escupir peces mientras jugaban video games? ¿Por qué los escritores, de pronto, soñaron que escupían enormes clavos oxidados mientras sus amigas viejas se masturbaban pensando en lo que nunca escribieron y en el olor de sus arrugas viciadas? ¿Por qué un condenado, deforme gracias a su gula incontenible, escupía poesías estúpidas mientras lanzaba su lengua sobre Facebook cazando ingenuas moscas que nunca llegaba a seducir? ¿Por qué dos mujeres de traje negro, olorosas a trasnocho y sudores ancestrales, le contaban falsas tragedias a la gente mientras sonreían como ratas, graznaban como cuervos, aullaban como lobos y cruzaban sus húmedos dedos escondiendo la mano tras la espalda?) (La importancia de esta nota puede ser desestimada)
Exorcizamus te, omnis immundus spiritus, omnis satanica potestas, omnis incursio infernalis adversarii, omnis legio, omnis congregatio et secta diabolica, in nomine et virtute domini nostri Jesu
Del planeta donde vivimos
Para los seres humanos del Renacimiento la Tierra era un lugar semi imaginario narrado por navegantes y cartógrafos. Los planisferios que describían territorios eran una suerte de ordenamiento geográfico donde océanos y continentes convivían con maravillas y seres extraordinarios. Los hombres que acompañaron a Cristóbal Colón, Américo Vespucio y Hernando de Magallanes crearon el universo conocido para entonces. Llegaban repletos de información sobre rutas, paisajes, poblados, paraísos terrenales, monstruos y leyendas. La geografía se mezclaba con lo asombroso. Lo lejano era ajeno, lo ajeno extraño e incomprensible.
Consecuencia: arrodillado, esperando el momento de poder seguir
Mis dedos arqueados bastaban para resistir la luz. Ella siguió encadenada tras el anaquel, con el rostro hundido en la pared. No pudo verme abrazado a sus pies y con los dientes apretados esperó la estampida. A pesar de mis súplicas continuó fingiendo. También mentí cuando pretendía no saber que estaba viviendo su último cambio de piel. La sangre ya no era más sangre, las lágrimas ya no eran más lágrimas, la saliva ya no era más saliva y aún así teníamos hambre, y esperábamos el amanecer.
3:00 am[1]
—Si sigues avanzando, se abrirá una zanja y todo habrá quedado atrás.
—Esperaré.
7:30 pm
—Ese hueco en la calle tan simple, mojado y esquivado es una mueca de dolor.
—Esperaré.
5:00 pm
[una tarde de mayo]
—Esa hendidura es el alimento de la masacre o una canción de cuna.
—Esperaré.
1:00 pm
[otro día cualquiera]
—Un ser sin sexo nos ve desde la plaza. Escupe dientes y uñas agrietadas.
—Su falda es una bandera y cubre un hueco tan simple y mojado como una mueca de amor.
3:30 am
[de madrugada, como los lobos]
Sin saberlo rodó sobre una piel que era una calzada. No podía dejar de mirarla y admitir que era hermosa, que un suspiro suyo bastaba para un sí porque la basura siempre es pateada y las orugas, miserables y traidoras, mueren como mariposas, sin importarles el secreto que las deforma.
----[hora ilegible]
[uno de los finales posibles]
Esa noche huí de la cama y descendí por la oscuridad pegajosa de las escaleras. Sentía tanta libertad, tantas uñas abandonando mi cuerpo que tuve miedo. La avenida estaba vacía; los postes de luz, derrotados, descansaban en el piso. Comenzaba a llover, pero ya lo había abandonado todo. Nunca volteé; tal vez no encendió la luz.