Por Adriana Bertorelli
Yo no estoy loco, a mi lo que me hace falta es comer gente. Porque ya tú sabes cómo son las cosas, las cosas son normales. Soy independiente, nací en El Vigía en 1956, saca tú la cuenta. Hay que hacer todo lo que le provoque a uno y más nada. Ni los pies ni la cabeza me los como, me dan indigestión, pero cuando aprieta el hambre uno no se anda con miramientos y me hago una sopita. ¿A usted también le gusta la sopita? Me comí como a diez, quince. O cuarenta. Me comí a cuarenta. Y ahora me tienen amarrado, eso no es algo normal. No es lo legal. Me pusieron las esposas esta mañana, ayer, hace rato. Y así yo no tengo cómo defenderme. ¿Que mis víctimas no se pueden defender? ¿Y no se están defendiendo, pues, si soy yo mismo? Ellos están en mi estómago y yo les digo que no se asusten porque soy su amigo. Yo les hago un bien. Los mato pero eso no tiene nada que ver. Al contrario, es un bien para ellos. Tienen que sentirse alegres o algo. Al tenerlos en el estómago ¿qué más vamos a hacer? Ellos me pedían que no los matara y yo decía soy el que te va a ayudar, tranquilo. Soy amigo tuyo. Les preguntaba, ¿qué necesitas? ¿Te quieres bañar, quieres lavarte el pelo, quieres comer carne, quieres cantar? No te asustes que estás conmigo. Las manos, los pies y la cabeza me los llevo a una cascada y los entierro por allá porque hay que hacer las cosas como son, como es, como deben ser. Me comí como a veinte, como a diez. Por eso me llaman comegente. Es el hambre. El hambre. Hay días en que tengo una invasión en el sentido de que todo el mundo se da de cuenta de lo que uno va a hacer y se llena de espíritus por todas partes. Cuando los estoy arreglando para comérmelos uno los mata y es como si no los matara porque siguen hablando, hablando. Y lo que hay es una tentación. Hay espíritus y amigos igualitos que una persona. Cuando hay una invasión de espíritus uno se trastoca y entonces todo lo hace a la fuerza. Corazón, hígado, pulmones, pajarilla, tripas, patas y las nalgas también. La gente está llena de una cuerda de boberías y todo eso yo lo pico pequeñito para comer. Con un huevo y le saco la bilis que está en los pulmones. Yo creo en Dios y en La Virgen, ¿tú no crees en Dios? Yo sí, porque los que me rodean son doctores y no me gusta el fútbol. Hoy vino un señor que me dijo que me iba a buscar un catecismo. ¿Usted sabe algo de espíritus? Yo le quitaba la vida a otros para guisar, para vivir, para sentirme bien de la salud, pero a mí lo que me gusta es pintar. Yo soy asesino pero quiero encontrar un trabajito de lo que sea, necesito cavar huecos. Echar pala, echar pico, para enterrar a los que me voy a comer, para no regarlos por ahí, para guardarlos adentro de la tierra.
Mujeres yo no como por el hecho de que son muy diferentes. Tienen otra forma también de vivir. No se meten con nadie y saben a dulce. Ha sido un placer, se ve usted muy saludable. Lástima que no sea varón.