No se vayan a creer que para mí ha sido fácil toda esta absurda situación a la que hemos llegado. Al principio de todo, debo confesar y para nada me avergüenzo, no me lo creí. Y no es para menos. Luego dudé. En esa fase escéptica, porosa, entre creer y no me estanqué un par de años. Un par de años de duda. Tiempo suficiente para entender y desentrañar toda la farsa tejida por los poderosos de este plano, sí, de este mundo plano. Finalmente, una tarde prodigiosa de febrero, hace ya cinco años, durante un exangüe Carnaval en el que me la pasé mirando videos sobre las grandes mentiras de la historia, me topé por pura casualidad con un programa que me lo reveló todo. Me reservo el nombre del programa y el de su conductor con el único fin de resguardar su seguridad física.
Cualquier cosa que uno se imagine puede ser llevada a cabo por esta cuerda de sinvergüenzas, más si disponen de todos los medios económicos posibles: desde censurar tu modesto canal de YouTube hasta desaparecerte de la faz de la Tierra… De la Tierra Plana. Ya sabemos lo que pasó con Lennon. En la actualidad Jim Carey teme por su vida…
Cuando ya había entrado en razón no prolongué más la espera y decidí hacer algo, aportar algo. A los pocos días me uní a la secta. Ya todo rastro de duda había sido borrado. Pero, vamos, quién se lo puede creer. Cómo revertir todo aquello que nos han inyectado a más no poder en el cerebro desde que el mundo es mundo. Y a eso voy. Cómo es nuestro mundo. La primera pregunta que te hacen antes de unirte a la secta es: ¿ciudad de origen?, Caracas, escribí. ¿Qué forma tiene la Tierra? No esférica, escribí. A los pocos minutos recibí en mi correo una notificación. Había sido aceptado. Sin más. Sin fastidiosas dilaciones burocráticas.
Ya soy un terraplanista y sé que la lucha será larga, pero somos incansables. Cada día estamos más cerca. Cada vez que la infame nasa quiere lucirse en nombre de la ciencia con un nuevo satélite que lanzan al espacio o una nueva photoshopeada imagen de la Tierra no hacen otra cosa que hundirse. Ni un niño de cinco años se cree ya aquellas ingenuas imágenes de Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin Aldrin dando brinquitos en una atmósfera a todas luces artificial, de estudio descuidado de televisión, con cables enredados entre sus brazos y una deficiente, incluso para la época, gama de recursos técnicos de efectos especiales. Cuando observo estas imágenes me dan ganas de vomitar. Cuánto engaño, cuánta mentira. No puedo evitar que me venga a la cabeza aquella frase de Mark Twain que citó uno de nuestros más célebres hermanos, Iru Landucci, en el i Congreso LatAm sobre la Tierra Plana: «Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados».
Solo basta darte un paseo por Google News y leer las ingenuas reacciones de la gente ante los nuevos descubrimientos de la nasa, la fábrica de mentiras más grande que se ha creado en la historia de la humanidad, una máquina de lavar dinero con supuestos viajecitos interestelares a millones de kilómetros de distancia. ¿Por qué las imágenes que conocemos de los planetas son generadas por computadoras cuando existe el supuesto Hubble?
A ver, les citaré lo primero que me ha aparecido en esta maravilla llamada Google… Y, por cierto, nunca se preguntaron dónde están los satélites de Google. O algún satélite. Cuántos satélites hay «circundando» la Tierra… Hablan de miles… ¡Miles…! ¡Como un enjambre de abejas! Y, claro, muy eficientes estos satélites pues hasta ahora ninguno ha chocado con otro… ¡Por qué carajo nunca los hemos visto! Pero, en fin, eso es tema para otra carta. Una que va directamente dedicada a los heliocentristas, nuestros más acérrimos rivales. No crean que esta será la única.
Entonces, tenemos, pues que entre tantas discusiones y ridiculizaciones por parte de los heliocentristas hacia nosotros, los terraplanistas, nos hemos adiestrado en el difícil arte de la retórica y en la no menos ardua disciplina de la argumentación. Hemos aprendido que no basta con decir que la Tierra es plana y esperar que todos crean. El precio de la verdad es sacrificio. Por ejemplo, miren a este que se cree muy inteligente, apenas lo leí y fue cuando sentí la irrefrenable necesidad de escribir esta carta abierta. Leamos, porque sé, hermanos terraplanistas, que ustedes también me acompañan solidariamente en esto, leamos lo que nos dedica este pobre ser hipnotizado: «¿Cómo es posible que en pleno siglo xxi existan estos charlatanes, fervientes seguidores de lo misteriosamente oculto, entusiastas apologistas de absurdas conspiraciones, apasionados fanáticos en la irracional negación de lo que la ciencia afirma? ¿Qué estúpido propósito les guía? Y lo que es peor… ¿Cómo puede haber quienes den tribuna y aviven tantas ignorantes conclusiones sin sentido?». Puras flores las que nos lanza… La humanidad está muy mal si para este señor la ciencia es sinónimo de nasa.
Pero, caramba, sigamos con otro punto… Y yo que creía haberlo visto todo… Se pasaron con lo de la sombra del auto: no se molestaron en investigar para no dejar cabos sueltos de sus propias mentiras. Y aquí tenemos el Auto Tesla lanzado por el cohete de la SpaceX, perteneciente a la supuesta agencia espacial privada, que no es otra cosa que una sucursal de los mafiosos illuminatis de la nasa. La sombra del Auto Tesla ni siquiera coincide con la supuesta posición del sol para ese día. Nosotros conocemos al enemigo. El historial de mentiras del mentiroso. Sus cuartadas. ¿Hasta dónde va a llegar esta gente…? A qué quieren seguir jugando que ya ni les importa contradecirse. Aparte de mancillar la memoria de David Bowie nos han visto a todos cara de tarados. Preguntas al aire: ¿quién fotografió el auto conducido por el maniquí astronauta? Y ni hablar de la imagen de la Tierra falsa al fondo. ¿Se les olvidó dibujar los continentes? O resulta que ahora la Tierra es puro océano. ¿Dónde se metieron ese día sus pasantes genios en efectos especiales para que presentaran semejante barbaridad? Ah, ¿y los satélites? No se ve ni uno solo de los cientos de miles que orbitan su falsa tierra (sic) minúsculamente esférica… Cualquier persona con conocimientos rudimentarios de iluminación y fotografía se daría cuenta del gravísimo error de mostrar una Tierra toda iluminada… ¿Acaso cuántos soles tenemos? ¿Tres? O ya se los olvidó. Una grosería tras otra. Un montaje realizado por un miope que ni siquiera sabe siluetear. Dios mío, esa Tierra. ¿Acaso no es que era achatada en los polos? ¿Con qué compás trazaron esa imagen?
Les diré, heliocéntricos, de la manera como les llama un hermano argentino, luchador incansable de esta causa, les diré de ahora en adelante: ¡globoludos!
Los juicios por estafa durarán años…
Y lee bien esto último, Neil, lee bien y reflexiona… No Neil Armstrong, aunque creo que ese fanfarrón ya se murió, o lo asesinaron para que no revelase la verdad… Quién sabe si en las últimas le daría por hablar, todo arrepentido, sobre esas situaciones extrañas que vieron en su supuesto alunizaje o no… Hablar del viaje que en realidad nunca hicieron… Que en realidad ese viaje fue a los estudios de Walt Disney en compañía de Kubrick y el nazi de la nasa von Braun. Pero eso es tema para otra carta… Esta carta va contigo… Neil… Lee bien, Neil Tyson deGrasse… O como le dice acertadamente un buen hermano terraplanista: Neil Tyson Desgracia. Es contigo. Tanto que te gusta burlarte. Eres cómplice de semejante atrocidad. Pensábamos que Carl Sagan había ido demasiado lejos con seti, pero tú… Tú lo has superado en estas atrocidades. Superaste a tu maestro… Y esta carta es contigo. La Haya te espera. El juicio de la Historia ya empezó a contabilizar tus faltas. Y las de Kerry, y las de todos ustedes. Comenzando por Cristóbal Colón hasta Obama que humilló a millones de hermanos terraplanistas en una rueda de prensa desde su Casa Blanca.
Solo te digo una cosa más, Neil. Únete a nosotros. Tienes todos los recursos para salvarte. Ya las evidencias están recorriendo las redes sociales de una manera desorbitante (¿Te gusta esta palabra?). Creo que estás metido en un problema de gravedad (¿Te gusta esta otra?). Ya gran parte de la humanidad sabe, solo necesitamos una voz autorizada que desenmascare a la nasa. Sálvate, Neil, o pagarás muy caro todas las ofensas a la verdad de las que has sido cómplice.
Neil, háblanos de lo siguiente… Como tú lo has afirmado en tus programas y entrevistas que has concedido muy alegremente como portavoz de la nasa, háblanos, Neil, de por qué no se evidencia la curvatura de la Tierra, si supuestamente, la Tierra tiene cuarenta mil kilómetros de circunferencia… De ser así, el horizonte que avistamos desde la orilla de cualquier playa del mundo debería desaparecer a un ritmo de ocho pulgadas por cada milla de distancia al cuadrado. Háblanos, Neil, porque en el fondo sé que eres un buen hombre, con familia e hijos, háblanos, por ejemplo y sin forzadas explicaciones ni videos cgi, porque aquellos individuos que se encuentran a un lado u otro de los supuestos hemisferios de la Tierra observan las mismas estrellas; háblanos más bien de cuánto mide el cinturón de hielo que rodea el mundo conocido o qué hay más allá, ¿o acaso a ti también te lo han ocultado? ¿Hay otros mundos…? ¿Se pierde la atmósfera? ¿Tu amada gravedad se extingue? ¿Por qué ninguna aerolínea sobrevuela la Antártica si de esa manera se ahorrarían millones de dólares en combustible? Son muchas preguntas, Neil. ¿Por qué apoyas esta farsa? ¿Hasta cuándo satélites para destruir meteoritos? ¿Por qué aún en 2018 no tenemos ninguna imagen que testifique la transición entre nuestra atmósfera y el vacío del espacio? ¿Hasta cuando imágenes en fish-eye tomadas desde las ventanillas de aviones para dar la impresión de que habitamos un mundo esférico? Son muchas preguntas, Neil, y mejor no hablamos de ese 9,8 que tanto nos cacareaste el otro día. Y tú mejor que nadie lo sabe: si hay cosas que no se pueden probar en este 2018 es que no existen.
Para aquellos que aún dudan o sencillamente no creen en que la Tierra es completamente plana, bueno circular, pero plana, como un disco compacto, tal como es logo de las Naciones Unidas, sí, sí, esta gente es así de descarada; para todos aquellos que aún dudan o no creen, les mando un hasta luego, y gracias por leer; les aseguro que pronto sabrán de mí de nuevo.
Cada vez estamos más cerca de que todos sepamos la verdad.
Alberto Suárez, terraplanista.