Jairo Rojas
Heme aquí
junto a lo más odiados / del día, y sus rayas:
inactivos, silenciosos, (ayunando),
[I N V I S I B L E S] [“N O P E R S O N A S”]
sólo eso, (adentro), donde se oye todo
junto a un tambor (solo) en la habitación
con planeta raro / que lo sostiene
esperando
esperando, solo eso (el tambor)
junto a granos de polvo que jamás serán silencio
en su vuelo
junto a una pared blanca donde otro yo
(igual) (otra vez)
al otro lado apoya su oído
pendiente
de ese tambor que espera
sacar su música / que espera
junto a una ventana con huellas de la atascada
tierra que oyó mi primera lágrima,
llena de tierra [la ventana],
de un vasto suelo que se atesta de
rezo y sangre luchando,
mientras haya aliento,
que avisa de que afuera
hay una ciudad como una pareja conflictiva
donde cuerpos muertos pidientes de paz (¿amor?)
no curten sus ideas con sangre
sangre sangre sangre
en los bancos que atienden constelaciones olvidadas
en las escuelas donde mueren las estrellas de mano torpe
en las esquinas mal iluminadas donde bebe el miedo viejo
(donde hay zapatos abandonados)
sangre sangre sangre
en las manos de las madres
que forman esta tierra, abrazadas, llorando
y levantan estas montañas,
para la sombra del pobre diablo y la coronación
del mar de lo alto
¡qué gran familia!
pidiendo dinero en la calle
pidiendo dinero en la calle cuando hacen música
rodeados de estampitas de santos, mártires, criminales,
heme aquí
rodeado de ángeles más bien ebrios
que saben hablar como el árbol
(que tanto añoro)
que comprenden
el barro, las cenizas, el polvo, las aguas
estas,
la sangre que llora sus cuerpos jóvenes,
los insectos que suben por el cáliz
esa cruz en mi frente
aunque esté triste soy feliz
sonrío aunque duela
(porque duele)
aquí junto a los más odiados
del día (quietos)
que padecen (raros)
del sol la falta (en el centro del agua)
adentro y afuera
en geografías donde se quiere hacer
lo que en verdad hay que hacer
heme aquí
en este antiguo suelo
iniciando
(inédito)